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Habitualmente se agita con movimientos casuales, mientras que su mente comete adulterios cuando se le queda viendo a la muchacha que vestía su minifalda

CUENTO

Por David Alberto Muñoz

Algunas veces la pluma no le hacía caso. Claro, la metáfora antigua del escritor que escribe con pluma de avestruz sobre un lienzo de papel, siendo alumbrado por una vela que descansa sobre un escritorio quizás en algún monasterio, donde el susodicho escribidor bebe una copa de vino a las cuatro de la mañana intentando hacer su trabajo, es por demás visible.

Ahí está, sentado frente a la computadora con la cara de idiota esperando que las ideas fluyan para crear unas cuantas hojas de papel, ya que tiene fecha límite en el periódico donde colabora, y si no manda su columna, recibirá una llamada telefónica diciéndole muy atentamente:

—¿Salgado, dónde está su trabajo?

Piensa en los recientes sucesos. A lo mejor puede escribir algo sobre el próximo juicio de O.J. Simpson, eso le gusta a la gente. Tal vez pueda componer un ensayo sobre el video de sexo de Noelia. O a lo mejor puede cronicar lo loco que está el mundo, o cómo el tráfico de su ciudad se vuelve más insoportable diariamente.

Se le ocurren locas ideas como el escribir algo sobre lo bondadoso que puede ser la gente estadounidense con los animales, pero no pueden aceptar a los indocumentados.

—¡Nada más eso me faltaba!

Crea historias en su mente sobre amores prohibidos, lívidos, escondidos detrás de su propio maquillaje leyendo aquel libro que es una guía de sexo para todos los hombres que desean mejorar en su vida sexual. Tal vez es simplemente un erotismo de adolescente en busca de diez segundos de placer.

Mira frente a sus ojos, la pantalla blanca lo hipnotiza sin permitirle continuar. Revisa su correo electrónico más de cuatro veces, lee los diarios de su gusto, La Jornada, La Crónica de Hoy, El País, el New York Times; piensa en los problemas del trabajo, como la tesorera renunció porque no le gustaron sus palabras, se ofendió la santa señora; o tal vez recapacita sobre su salud, y después de haber ido a la caminata en contra de la diabetes, ve la sonrisa de Karly Sampson, hija de su comadre, y le agradece a Dios que todavía está vivo.

Repasa paso a paso todas sus actividades semanales. Al llegar a su casa mira sus libros uno por uno pensando en que tiene que leer uno nuevamente o tal vez comprar uno nuevo. Recuerda que tiene que preparar las lecciones para la próxima semana, y además tendrá que rediseñar las clases por el Internet en las vacaciones de navidad y a lo mejor se irá con su mujer a Chihuahua en Thanksgiving, nada más para romper la rutina.

De pronto se encuentra jugando con su cellular. Tiene un jueguito de golf que lo entretiene cuando no tiene a nadie con quien platicar, o ideas que escribir. Cuando menos lo piensa da una visitada a alguna página porno, nada más para no aburrirse; se bebe otra cerveza viendo para el piso, el techo, el parque frente a su casa, las lagartijas que se mueven a gran velocidad y el póster de Pancho Villa que alguien dejó en su oficina sin mensaje alguno. Todo esto buscando que su mente encuentre el hilo semanal que de alguna manera llega.

Habitualmente se agita con movimientos casuales, mientras que su mente comete adulterios cuando se le queda viendo a la muchacha que vestía su minifalda y según él, no se dan cuenta porque trae puestos lentes oscuros, y de esa forma puede cometer atroces crímenes contra la moral junto a su pensamiento.

— Si las personas pudieran saber qué pensamos, nos aterrorizaría de manera increíble. A veces si nos ponemos a pensar demasiado nos volvemos locos.

—¿Se enojó?

—¿Qué pensó?

—Yo no quise decir eso.

—La gente siempre anda haciendo sus propias conclusiones.

—¡No me mal entiendas!

Y al final de cuentas cae donde siempre, reflexionando, filosofando, preguntando cuál puede ser la respuesta a la compleja experiencia humana.

—Vivir, vivir y no amargarse.

—Sentir y no lastimarse.

—Reír y comprender que el llanto es parte de la vida.

—Todos nos cansamos pero es menester seguir viviendo, luchando, intentando crear ideas que eventualmente serán plasmadas en un pedazo de papel que a lo mejor algunos ignoraran y ni siquiera podrán leer.

Es solamente un día más cerca de la muerte. Ni hablar.

Sí, así se sentía.

© David Alberto Muñoz
David Alberto Muñoz, Ph.D.
Faculty Philosophy & Religious Studies
Chandler-Gilbert Community College
2626 East Pecos Road
Chandler, Arizona 85225-2499
(480) 732-7173
david.munoz@cgcmail.maricopa.edu


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