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RELATO

Por Saul Cuevas

I.- Vino i se fue. Ignoro cuándo llegó o de dónde. Un día apareció en nuestra mesa de trabajo, nada dijo, nada hizo. Tomó el tereré (voz guaraní, “mate frío”) cuando se le pasó. Hasta que mi amiga, la caradura, preguntó:
-¿Y él, quién es? -hasta entonces me percaté que no lo conocía. Con una mirada interrogué a mis compañeros.
-¿Quién lo invitó?
Resaltaba su armonía, parecía siempre haber estado en el mismo sitio, entre la ilustración del Capricornio i la reproducción de Dalí. Uno más de los cuatro mil millones que se arrastran por el mundo. Uno más cuyos pasos no me incomodan. Qué equivocación. Aún hoy, hablo de años después, no puedo librarme de sus ojos grandes, casi ausentes, los mismos me fascinaron aquella prima ocasión.

II.- La segunda vez estaba frente a mi escritorio. Alcé la vista i me encontré con sus ojos.
-No trabajes tanto porque vas a terminar con el trabajo. ¿Qué vamos a hacer después? Nos aburriremos.
-Cuéntame tu historia. ¿De dónde vienes? ¿Para dónde diriges tus pasos?
-Vengo de lejos, no sé para dónde camino. Vine a conocer el Tren i el Lago, pero ya los conocía -hablaba despacio, moviendo las manos i mirándome a los ojos-mi historia es de Guerras, Servilismo i Olvido. Guerra fraticida, ayer con armas, hoy de rencores; Servilismo a los que usurpan el poder i se proclaman héroes; Olvido de verdaderos.
-No hablemos de esas cosas. Háblame de tu tierra. ¿Cómo es tu tierra?
-Mi tierra es roja como la tuya. Rojas son las flores de los árboles, rojas las baldosas i rojas las manos de los niños que juegan con el polvo. Rojos los atardeceres, los labios de las mujeres i, roja, la sangre de los que piensan… i aman.
Así charlamos de poesía i de ensueños. Extasiada pensé que todo lo tenía, que todo lo poseía, que todo era, en esos momentos, posible. De paso miró mi pecho. En un descuido un botón de mi blusa cedió. En el pasado siempre me abotonaba apenada. En esa ocasión su mirada no me ofendió. ¿Por qué la vida no es así siempre? Fue tal si mi pecho, ávido de ternura, pero siempre a la defensiva tras un antifaz de indiferencia, en su desnudez ansiase el calor de un acercamiento. ¡Oh sentimiento! Cuántas veces anhelado, cuántas veces reprimido. Así, sin enterarme, o quizá por voluntad propia, titubeé ante esa promesa de felicidad. Siempre sucede lo mismo. Vivimos del recuerdo, no el momento.
-¿Y el amor?
-El amor es un arte. Todos estamos cerca, a veces él nos rodea, pero pocos, muy pocos conocen sus secretos.

III.- Durante el tercer encuentro no me atreví a decirle, lo ansiaba mío.
-Vida, Amor i Muerte -anticipó citando al poeta de Orihuela.
-Vida, Amistad, Libertad -dije sin entusiasmo. Sabía lo estéril de intentar definir con palabras lo que carece de definición. Lejos de toda filosofía; una mirada, un abrazo, un beso, no requieren de explicaciones i todo lo dicen.
-Amor es entrega total. Amistad es un compromiso a medias. La Libertad consiste en evitarlos.
Sus palabras tenían eco de verdad. Decidí cerrar la charla, me era desfavorable. Intenté una salida:
-Te recomiendo El arte de amar.
-Lo conozco, es de Fromm.
-Dale una releída con voluntad i con la sensibilidad de tu alma.
Esa noche le soñé: Vi cómo se alejaba en un coche. “Acércate”, le grité, pero continuó alejando sus ojos negros, grandes, tristes.

IV.- “Medité acerca del tema de nuestro último diálogo. (Había tachado la palabra “charla”). Comparto tus ansias de libertad, ya lo dijo Da Vinci: ‘Es lo más preciado de la vida’. Guardo una duda. ¿Y los sentimientos? ¿Nos esclavizan? ¿Nos limitan? ¿Será posible la libertad? Releí El arte de amar. En verdad es un arte, i como tal, no está al alcance de todos.

V.- La última vez que lo vi le había crecido la barba. Le comenté que parecía un cabrito.
-Lo soy.
Detalló cómo ayudó a ordeñar una cabra, bebió toda la leche, casi un litro.
-Repugnante.
-El queso es excelente. Gandhi gustaba de la leche de cabra.
-¿Qué Gandhi?
-El santo dijo que las joyas no embellecen a la mujer -vio mis joyas i mi pecho.
Desde aquella primera vez que él vio el inicio de mi seno, acostumbré a llevarlo libre. Esa ocasión sentí vergüenza, me abotoné.
-Quizás pronto nos permitamos ser honestos -dijo suave. A mí me supo a reto.
-No soy frívola.
-Tú no, tu vida.
-¡Eres un…! -casi le insulto. Tomé un vaso de agua. Ya calmada tuve deseos de dialogar, de un acercamiento. No me iban a vedar el paso ni Gandhi ni sus cabras. Mucho menos sus opiniones acerca de mis joyas. Busqué apoyo en sus ojos, me miró con ternura i salió.

VI.- Aclaración:
Un cuento no precisa de explicaciones, razón que rige a esta superflua. Empero, cabe dentro de esta sinrazón indicar que por mucho que uno se aleje de la realidad cotidiana i aceptada, cualquier escrito tendrá fragmentos, inclusive hasta párrafos, de cualquiera conocidos, experiencias afines, caras familiares, caminos antaño recorridos.
Los padres del presente son un imposible i un reto, la ejecución, como todo substituto de la realidad, tímida. Quizá pronto nos sea permitida la verdad.

-Paraná, XII/80.
—-
Este relato forma parte del libro Ensueños (cuentos i estampas), Editorial Orbis Press 1993.
Contacte a SaúlCuevas:
quijotezco@yahoo.com


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  2. Sep 4, 2010: CULTURAdoor » » Culturadoor 44
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