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Entonces, el mar hizo algo extraño. Retrocedió, muy lentamente, hasta 500 metros fuera de su borde normal. El arrecife apareció como una carretera, paralela a la playa, hundido hace tiempo. Barcos viejos, sepultados desde las Guerras Mundiales, reaparecieron, sus hélices ya incrustados por corales y conchas. Los peces, atrapados en los charcos, saltaban y chapoteaban entre las algas marinas. ¡Un milagro! Lo que fue una masa de agua hace unos minutos, ahora se convirtió en un inmenso pastizal verdoso; una nueva reencarnación del mar…

Crónica del tsunami

¿CÓMO OCURRIÓ TODO ESTO?

Por Rohan, Sharika, Acushla y Ranoukh
—Testigos presenciales—

Traducido y enviado
por Kashyapa Yapa

Desde Sri Lanka exclusivo para Culturadoor
/Orbis Press Agency

Justo en el filo del archipiélago de Indonesia, unos 1 400 km. hacia al este y unos 4 km, debajo de la superficie del océano, ocurrió el terremoto que ahora sabemos es uno de los más fuertes en la historia de la humanidad. Sri Lanka estaba descansando entre fiestas. La Navidad recién había terminado y el día siguiente era de luna llena, y por tanto es feriado, día religioso de los budistas, un día de reposo y de meditación, ¡un día para estar con la familia! Una mañana de sol brillante con un cielo despejado, y el mar tranquilo como un pozo, un imán azul que brilla tenuemente, bordeado por playas anchas de arena blanca. Esto, como en cualquier otro lugar similar, atrajo a miles —familias, niños y los que son jóvenes de corazón. Instalaban mesitas campestres de comida, organizaban partidos de cricket playero, nadaban los niños en los bajos, buceaban los turistas en el arrecife y se balanceaban las canoas sobre las olas suaves. ¡Todo estaba muy bien en el mundo! Entonces, el mar hizo algo extraño. Retrocedió, muy lentamente, hasta 500 metros fuera de su borde normal. El arrecife apareció como una carretera, paralela a la playa, hundido hacía tiempo. Barcos viejos, sepultados desde las Guerras Mundiales, reaparecieron, sus hélices ya incrustados por corales y conchas. Los peces, atrapados en los charcos, saltaban y chapoteaban entre las algas marinas. ¡Un milagro!..

Lo que había sido una masa de agua minutos antes, ahora se convirtió en un inmenso pastizal verdoso; una nueva reencarnación del mar. La gente, particularmente los niños, se lanzaron detrás del mar que retrocede para explorar ese nuevo mundo. Ellos saltaron entre los peces y corrían atrás de los cangrejos, mientras sus hermanos mayores exploraban los escombros de las catástrofes humanas del pasado. Sus padres deambulaban detrás de ellos, llenos de curiosidad y de esa preocupación que nace cuando sus niños entran a explorar un terreno nuevo. Había algunas voces de alerta. Unos pocos, muy pocos, temían este fenómeno, más por incertidumbre que por sabiduría. Pero, ¿qué es una voz a oídos de miles?

VOLVIO EL MAR
Entonces, volvió el mar; lento primero, aparentemente, la distancia engañaba el ojo. Los exploradores comenzaron a retirarse hacia la playa antigua, aún sin darse cuenta de que estaban perseguidos por un demonio que avanzaba a 600 kilómetros por hora. El asunto no era sólo la velocidad. Cuando el mar se acercaba a la tierra, por la resistencia del terreno inclinado, se alzó por sí mismo, ¡hasta coronar sobre la tierra con unos 10 metros o más! Casi nadie avanzó a la playa antigua, tampoco importaba si hubiera avanzado. La fuerza del agua era tal que el mar rodaba hasta 2 kilómetros tierra adentro en algunas partes. Y no paró allí. El agua retrocedió de nuevo, ahora con tanta furia que tragó todo lo que se encontraba en su camino hacia las profundidades. Y volvió de nuevo, ¡varias veces!, como para asegurarse de que todas las vidas agonizantes habìan llegado a su fin. Los hoteles playeros quedaban destrozados, los trenes descarrilados, árboles gigantes derribados, postes de hierro sacados de sus cimientos, ¿qué posibilidades tendrá el frágil cuerpo humano contra semejante golpe? Hasta hoy, se han recuperado unos 30,000 cuerpos, de hombres, mujeres y niños. La cifra final será quizá tres veces o más. Jamás lo sabremos realmente porque cuando se lleva a toda la familia, ¿quién queda para contabilizarles?

BORRADOS DEL MAPA
Muchos pueblos aislados de la costa oriental fueron borrados del mapa. Nadie sabe cuántos vivían allí. Hay muy pocos en Sri Lanka quienes no perdieron un familiar o un amigo por el maremoto. Y ahora están muriendo más con la “segunda ola” de todas esas catástrofes naturales: las enfermedades contagiosas. Muchos nunca tendrán la posibilidad de decir adiós a sus seres queridos porque el mar guarda celosamente sus nuevas posesiones, o las arroja, sin menor cuidado, hacia las playas desoladas o boscosas. Como siempre, la aureola de la naturaleza humana brilla más fuerte en la oscuridad. Muchos arriesgaron o sacrificaron sus vidas propias para salvar a otras. En un caso, un hombre se lanzó contra las aguas bravas con un niño sobre su hombro, cruzando de su casa destruida hacia tierras altas, no una vez, sino siete, porque había siete niños en peligro. En otro lugar, la primera ola sacó una familia fuera de su casa y ellos se salvaron, abrazando juntos un árbol, la madre, el padre y su niño. Volviendo con más furia, las aguas arrebataron al niño de las manos de los padres. Ellos, sin pensarlo dos veces, aflojaron sus brazos y el mar los tragó. Después de todo, ¿qué valor tiene la vida cuando su mundo recién se acaba?

EL TERCER MAREMOTO
Este es el tercer maremoto que azota esta zona del Océano Indico en 2000 años. Las otras fueron en 1617 y en el siglo 2 A.C. Nadie lo esperaba y nadie estaba preparado. La nación se encuentra envuelta en una tristeza que ni la guerra civil que ha golpeado esta tierra por tanto tiempo había generado. Porque la oleada no respetó religión, raza, casta o género: todos sufrimos. Esperamos que en esta adversidad nos unamos todos, no solamente en la tristeza, sino también en la reconstrucción de esta bella tierra nuestra. No hay culpables. Es un acto de la naturaleza. Según un filósofo griego, cuando un niño se arrodilla a orar a su Dios, en su mente ve que Dios tiene la cara de su mamá. Por eso, cuando una madre castiga a su niño, él, por un momento, se llena del horror y de impotencia. ¿Cómo puede esperar que ella, en quien él tanto confió y amó con devoción, haga esto? Por un momento el niño se olvida de todo el amor, el cuidado, la alimentación y la vida que su mamá le ha dado, y se acuerda solamente de su dolor. Tal vez, suceda ahora igual con nosotros. Estamos desconcertados por la furia de la naturaleza, olvidando, temporalmente, de que existimos simplemente por ella.

EL DERECHO A QUITAR LA VIDA
¿Acaso no tiene la naturaleza el derecho único de quitar la vida? Todos en Sri Lanka están ayudando a las víctimas, recogiendo comida, agua y ropa. Sin embargo, no es suficiente. Justo antes del maremoto, las lluvias torrenciales habían desalojado 250,000 personas de sus hogares. Y ahora ¡más de un millón! La mayoría aquí son pobres y, aunque todos están dando todo lo que pueden, no será suficiente para arropar, alimentar y albergar un millón. El agua està contaminada, no hay albergues y las enfermedades están asomando sus feas cabezas. Si usted desea ayudar, por favor exija a sus gobiernos que nos envíe ayuda lo más pronto posible. Pero no se olvide de ayudarnos a largo plazo también. Sri Lanka vencerá, está bendecido con un suelo, con una gente y con un espíritu que coadyuvan hacia su pronta recuperación. Sólo denos un tiempito, un mes o dos, para llorar a nuestros muertos, reconstruir nuestras casas, y replantar nuestros árboles. Entonces, vengan a visitarnos, no trayendo caridad, sino para disfrutar nuestra hospitalidad. El mar ya está tan tranquilo como un pozo, otra vez. El sol brilla desde un cielo despejado y este es un país muy bello. Dependemos de turismo, vengan a vernos, llenen nuestros hoteles, saboreen nuestra comida, visiten nuestras maravillas, naturales y milenarias. Ayúdenos verdaderamente y mírenos sonriendo de nuevo. Puede ser que sea un siglo o dos hasta el próximo maremoto en estas playas, y aun si llega más antes, ahora sabemos qué es lo que ocurre cuando el mar retrocede demasiado lejos. Y para todos ustedes, siempre habrá una bienvenida en nuestra casa.

Posdata: El Parque Nacional de Yala, en el extremo sur de la isla, fue atacado por una ola de más de 10 metrosde altura que destruyó su playa y hoteles, matando muchos pescadores y turistas. Más de 200 cuerpos humanos fueron recuperados en el parque, pero ¡ni uno de un animal! Todos los animales habían abandonado la región. ¡Ellos sabían! Tal vez la naturaleza nos no envió una alerta. Sin embargo ¡hemos olvidado su lengua!

Para solidaridad moral y material contacte a Kashyapa Yapa, nativo de Sri Lanka: kyapa@yahoo.com


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  2. Sep 6, 2010: CULTURAdoor » » Culturadoor 45
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