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CRÓNICA de Cristina Murrieta

Aquella mañana de julio, tenía un no sé qué, que la hacía especial: el cielo había amanecido limpio, claro, el azul intenso parecía como recién pintado… no había la más leve señal de una minúscula nube; las copas de los árboles, permanecían inmóviles, sin la más pequeña brizna de la brisa matinal, que tanto gozábamos…todo permanecía inmóvil…sin una pizca de aire…el silencio era aterrador…

No se escuchaban los acostumbrados trinos de los pájaros… y sólo las bestias encerradas en el corral, se movían inquietas: las vacas mugían sordamente, los caballos bofeaban, alzando el cuello y sacudiendo su crin al viento, como oteando el peligro…el perro guardián de mi madre, al que cariñosamente le llamaba Káiser, lloriqueaba tristemente, hecho bolita debajo de la mesa.

Mi madre, extrañada por el silencio reinante, salió al frente a “atisbar” y recuerdo claramente su voz, cuando dijo:

—¡Jesús, María y José…! ¡Jesucristo nos ampare…!
Entró corriendo y gritando:

—¡Chabelita…no dejes que tu hermana se salga…cierra la puerta…! mientras agarraba su rebozo y salía de nuevo…

—Voy a soltar el ganado para que se guarezca… ¡Se acerca una tormenta muy grande!

Yo no entendía nada… ¿Cómo una tormenta? Si no había nubes, ni viento, ni…de pronto, un sonido atroz, como si cientos de búfalos corrieran en estampida, me heló la sangre en las venas… la oscuridad llenó repentinamente el cielo y empezaron a caer enormes pedazos de hielo, que giraban en espiral, con la fuerza del viento, como si fuesen bolitas de hielo seco…

Corrí y me acurruqué junto con mi hermana, entre las cobijas de la cama, llorando a todo pulmón, mientras ambas gritábamos: ¡Mami, mamáaaaa….mamáaaaa…mamita¡

En ese momento, mi madre llegó jadeando, con el pelo cruzándole el rostro, empapada, con la cara desencajada en un rictus de terror, que jamás había visto en ella. Cerró la puerta por dentro, atrancándola por dentro, no sin antes meter una cubeta de agua, la olla de los frijoles y el guary de tortillas.

Atrancó también la ventana y rápidamente tiró todas las cobijas en una esquina del cuarto, paró la cama de tal manera que nos hiciera casita, y juntó a su alrededor todo lo que pudo encontrar que fuera pesado y se metió junto a nosotras bajo el pequeño resguardo que había hecho, mientras nos amarraba unas con otras, tratando de calmarse y de calmarnos, mientras no dejaba de rezar: “Glorifica mi alma el Señor y mi espíritu se llena de gozo, al contemplar la bondad de Dios mi Salvador” (pobre madre mía…¡Cuánto sufrimiento! para una madre joven, sola…)…Dios mío…ten piedad, protégeme y dame la fortaleza y la vida para salvar a estas inocentes criaturitas…Madre Mía, María Santísima, cúbrenos con tu manto celestial…

Mientras, aquel rugido ensordecedor aumentaba de una forma espeluznante…se escuchaban los golpes de piedras y troncos chocar contra las paredes de la casita, de vez en cuando se escuchaba el mugido de algún becerro al caer estrepitosamente…el crujir de la vigas y el sonido de las láminas al ser arrancadas del techo y volar por el aire…es algo que jamás podré olvidar…se filtró en mi sangre y calló mis labios, pues tenía que el sonido de mi llanto, aumentara “aquello” que no sabia qué era.

Mi madre nos decía: no miren hijas, cierren los ojos, sshhhhhh…abrácenme…acérquense, vamos a, vamos a cantar, para que Diosito escuche nuestras plegarias…

De pronto, el techo completo voló por los aires y… ¡qué espanto¡…sólo vimos un cono oscuro que giraba por encima de la casa, llevándose el techo, las cacerolas, árboles, animales…todo cuanto encontró a su paso…

El interior del cuarto, quedó inundado y milagrosamente, aquella esquina se resguardó por la cama y nosotras bajo ella.

El zumbido se fue alejando y aquella negrura imponente, se empezó a disipar dejando en su lugar, una leve llovizna, tranquila, mansa que parecía endulzar con su chipoteo, el amargo trago que recién habíamos pasado.

Pasaron minutos, quizá horas…un tiempo eterno en el que mi madre no se atrevía ni a respirar…la oscuridad de los alrededores era horripilante…las nubes se alejaban como monstruos hambrientos…

Por fin, mi madre nos soltó y poco a poco fue acercándose a la puerta, abriéndola poco a poco y cuando se atrevió a salir…cayó de rodillas dando gracias a Dios, por habernos salvado.

Aquel tornado de 1959-1960, no lo recuerdo con exactitud, había dejado el rancho convertido en un paraje solitario, destruido…no quedó piedra sobre piedra y los animales habían huido (los que alcanzaron a hacerlo) hacia los lugares donde pudieron guarecerse de ese peligro.

La cocina quedó convertida en un montón de adobes tirados sobre sí mismos y las láminas del techo, habían ido a dar a una cañada a más de 500 metros de distancia de la casa, no había un sólo trasto y…todo era desolación, al igual que en todos los ranchos vecinos.

Mi madre, empezó a sacar el agua acumulada dentro del cuarto, con una cubeta, hasta dejar un espacio más o menos oreado, donde pudiera atizar una hoguera hecha con la madera de las sillas, que había dejado bajo la cama…Llegó la noche y el croar de las ranas y los sapos, el canto monótono y feo de los búhos y las lechuzas, el cri, cri de los grillos y los aullidos de los coyotes daban un concierto tenebroso, que junto con la humedad y el frío, así como el peligro inminente de cualquier animal de uña que se acercara, mientras permanecíamos a la intemperie, hicieron de esa noche la más larga de nuestras vidas.

Así, sobrevivimos a un tornado, con tan sólo la protección de mi madre y su inquebrantable fe en Dios.

Contacte a Cristina Murrieta: sonoryta@hotmail.com



3 Comentarios a “El Tornado”

  1. Por: Cronista Nácori Chico, Cristina Murrieta en Mar 19, 2020

    Gracias Culturadoor y su Director Manuel Murrieta Saldívar. Un fraternal abrazo. Cristina Murrieta

    Cronista Nácori Chico, Cristina Murrieta
    croniscaydifusion@outlook.com

  2. Por: Hilda Contreras en Mar 20, 2020

    Me encantó, no lo había leído. Yo lo que leo lo vivo; así que lo disfruté intensamente.Gracias Cristy, te felicito.

    Hilda Contreras
    hildacontrerasr@mail.com

  1. 1 Trackback(s)

  2. Sep 26, 2010: CULTURAdoor » » Culturadoor 48
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