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CRÓNICA

Por David Alberto Muñoz
—Exclusiva dEsdE Europa—

Palacio de Buckingham, Londres, Inglaterra.- Inglaterra se desmitificó ante mis propios ojos. La influencia europea definitivamente va más allá de las lecciones de historia. La realidad de una simple experiencia personal rompe cualquier patrón, cualquier expectación; el poder estar literalmente en lugares que sólo conocíamos por medio de libros y pláticas de intelectuales sangrones, desaparece al ver que el ser humano es simplemente eso, un efímero animal en busca de significados. Si acaso el continente antiguo posee mucha historia, es simplemente una historia exaltada por las tendencias euro centristas que permanecen en América.

No obstante, el común vivir humano no permite observar mayores movimientos que el simple respirar de seres que al igual que todos nosotros, nos creemos ser los individuos más chingones de todo el planeta. Londres brillaba literalmente. Hacía mucho calor. Después de haber atravesado sus edificios con balcones que anunciaban puertas rojas en cada vivienda, vi sobre las construcciones de ladrillo, avenidas cuidadosamente edificadas con estatuas de reyes cuyo nombre no logré escribir en mi libreta sólo por estar tan emocionado que simplemente lo olvidé. Pasamos por un restaurante que se llamaba: The Sherlock Homes Restaurant. ¡Cómo evitar el ver la figura del detective y el doctor Watson detrás del humo de la pipa resolviendo el crimen del siglo! Nos detuvimos para al menos beber una cerveza Guinness y tener que contarles a nuestros nietos. Vi una pareja que caminaba frente a nosotros. El hombre traía una camiseta que decía: Chandler, Arizona. Sin pensarlo le pregunté:

—Are you from Arizona?

—Yes! Are you?

Es curioso lo que un océano puede producir en los seres humanos. De inmediato nos comunicamos como si fuéramos viejos amigos.

—Of course I am! I teach in Chandler-Gilbert Community College.

—My wife teaches in the University of Phoenix!

—Small World!

Una vez que la euforia desapareció, dos extraños frente a frente pretendíamos platicar lanzando frases vacías, sin sentido, tan sólo procurábamos mantener un poco de coherencia ante el descubrimiento que no éramos los únicos que habíamos desafiado la distancia; habíamos alcanzado a estar detrás de una ciudad donde la efigie de Eros permanece altiva en el llamado Piccadilly Circus. Cruzamos por Her Majesty Theatre, Theatre Royal Haymarket, y por poco compramos boletos para ver a Juliette Lewis que estaba presentando la obra de teatro: Fool For Love de Sam Shepard. La ciudad me coqueteaba sutilmente mientras mis ojos se deleitaban con las femeninas figuras de seres que habían decidido mostrar sus piernas sin ningún complejo, todo lo contrario, parecía ser la fuerza del sexo femenino que desea controlar al varón en toda la extensión de la palabra.

—¡Ay David tú y las piernas! Estás obsesionado—me regañaba mi mujer.

II

Llegamos finalmente al palacio de Buckingham. Ya se nos había advertido que era mejor llegar temprano y conseguir buen lugar. El Cambio de Guardia tiene lugar en la parte delantera del Palacio de Buckingham y lleva realizándose desde 1660. Los guardias que provienen de los cuarteles de Wellington, son acompañados por una banda. Este desfile es una de las atracciones más famosas de Londres y su nombre original se dice que era “los guardias y sus caballos”. El desfile dura alrededor de 45 minutos y sólo se celebra cuando el tiempo lo permite; si llueve, el desfile no se lleva a cabo. Esperamos pacientemente. La gente llegaba y llegaba pero nosotros nos afirmamos a nuestros “asientos” de primera fila. Los soldados se miraban a distancia con esa característica de no moverse sólo cuando les es necesario. No logré realizar mi sueño de hacerle cosquillas a uno de ellos de cerca, ya que la reina estaba presente en el castillo, y se nos informó que si la bandera estaba elevada su majestad estaba dentro del lugar. Escuchamos música a nuestro alrededor. De las afueras del palacio se acercaba una banda tocando piezas medio militares mientras que los soldados dentro del palacio se movían haciendo “zapatitos” causando risa entre el público. La multitud ya arribada volteó y de inmediato las cámaras comenzaron a dispararse. Jinetes montaban sus caballos con orgullo bajo el manto de la bandera del Reino Unido.

El palacio de Buckingham es la residencia oficial de la monarquía británica. Cuando fue construido, se trataba de una pequeña mansión comprada por el rey Jorge III para su mujer, la reina Charlotte. En 1826, Jorge IV encargó al arquitecto John Nash que la remodelara y once años después, la reina Victoria se instaló en el nuevo palacio. Actualmente, en el palacio reside la reina Isabel II con su esposo el príncipe Phillip, allí recibe a dignatarios e invitados oficiales. El palacio permaneció cerrado al público hasta 1993, cuando la reina Isabel II decidió abrirlo para recaudar dinero para reparar el castillo de Windsor, que sufrió graves daños durante un incendio. Desde entonces, los turistas pueden visitarlo durante los meses del verano, cuando la reina toma sus vacaciones en el castillo de Balmoral, en Escocia. Desafortunadamente en esta ocasión la reina estaba en casa. En las salas se pueden encontrar obras de arte coleccionadas o encargadas por la sucesión de monarcas de artistas como Rubens, Rembrandt, Canaletto y Vermeer.

También se organizan exposiciones cada verano. Unas grandes puertas de hierro conducen hacia el parque de St. James, uno de los parques más agradables de Londres, donde se puede caminar por entre los lagos con vistas hacia el palacio. La banda entró por las puertas principales y se colocó del lado izquierdo, para después otro grupo de músicos vestidos con el tradicional atuendo negro y rojo se postraran del lado derecho. Por cierto, todos cargan un cuchillo acomodado en la parte posterior izquierda, sostenido por un cinturón blanco, y del otro lado los músicos traen su música guardada que sacan dependiendo de las canciones que van a tocar. Mientras los soldados que en su mayoría eran jovencitos de no más de diez y ocho años de edad realizaban el cambio, la banda tocó un pequeño concierto que incluyó el tema de “Star Wars”, una pieza flamenca y una clásica. De pronto, un carro con escolta que ya se habían acomodado salió y mi esposa me dice:

—¡Es la reina!

Simplemente disparé la cámara pero no logré verla, lo que sí pude observar fueron varios “paparatzis” con dispositivos más potentes que el mío, que estaban aguardando la salida de una mujer que simplemente es un símbolo para todos los ciudadanos de Inglaterra. Todo se hizo con el mayor orden y de acuerdo con el protocolo establecido que debo confesar no conozco del todo.

III

Posteriormente caminamos por el Parque St, James, y nos sentamos a comer junto con muchos londinenses que tranquilamente reposaban sobre el pasto; y además, estaban totalmente relajados, disfrutando del hermoso clima y de una amabilidad extrema que verdaderamente me sorprendió del ciudadano inglés. Niños en grupo caminaban de la mano de adultos que posiblemente eran encargados de algún “summer camp”. Los guiaban en medio de familias, bomberos y policías que descansaban literalmente acostados sobre el pasto. Descubrimos en un puesto de revistas a un perrito que tenía que trabajar vendiendo periódicos, semanarios y demás, y nos causó mucha gracia. La ciudad estaba viva, su latido palpitaba mostrando que su corazón era fuerte. Infinidad de estatuas erguidas a lo largo de todo el parque nos enjuiciaban sin saber por qué. Mientras que nosotros continuábamos leyendo un librito titulado: London day by day, abriendo los ojos para no permitir que nada, absolutamente nada pasara desapercibido. De esta forma el día llegó a su fin. Dejando sus sensuales imágenes brotadas de un Londres nunca antes conocido, pero sí vivido en toda su plenitud.

¡Ojalá seas mujer ciudad recién conquistada!
Para poder acariciar tus muslos de acero
Y penetrar tu altura aún cual oculta vía
Permitiendo derramar mí ser sobre tus calles
E inventando la nueva avenida de un raro placer…
Londres, eres un raro placer.

Contacte a David Alberto Muñoz:
david.munoz@cgcmail.maricopa.edu

NOTA DEL EDITOR: David A. Muñoz, reconocido académico, escritor y subdirector de esta publicación, viajó junto con su familia por España, Francia, Inglaterra y Alemania durante el verano del 2006. En las travesías tuvo la oportunidad de escribir una serie de crónicas. Ésta es una de ellas y la colección completa se encuentra en www.culturadoor.com con el nombre de “Euro-presencias”.


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  2. Oct 10, 2010: CULTURAdoor » » Culturadoor 54
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