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MIGRANTES

Este texto forma parte del libro México de mis recuerdos y fue leído por el propio autor durante las jornadas de motivación a la lectura, en diciempre pasado, en la escuela Pedro de Gante de Nogales, Sonora.

Por David Alberto Muñoz

Verá usted compadre, últimamente las cosas andan de lo peor, ya lo dice el dicho: Dios da la carga, según la espalda. Yo creo que mi espalda se ha de mirar muy fuerte desde el cielo, porque Dios no deja de lanzar escopetazos sobre mí.

No importa dónde ande o por dónde me meta, pero siempre me salen mal las cosas. De veras compadre: ¿qué ha de dar San Sebastián cuando ni calzones tiene? En mi casa, ya ve usted cómo es la comadre, apenas me ve y empieza a fregar, como que todos nos desquitamos con lo que tenemos más cerca ¿no? Mi vieja nada más se la pasa diciéndome:

—Haces la misma falta que los perros en la misa. Que ayunen los santos, que no tienen tripas, es tu obligación traer el pan diario de cada día. Nada más esperas el bien de Dios envuelto en una tortilla, ponte a trabajar, no seas holgazán.

A veces me canso compadre.

No crea usted, además ya tengo ocho monigotes que andan siempre chinguiñosos, rotos y muy chamagosos. Y pues hay que darles de comer.

Todos los días me paro en la esquina de la Chandler avenida y la Arizona avenida buscando trabajo.

¿Qué curioso hablan aquí de las calles no? En lugar de decir la avenida 29, dicen la 29 avenida. Al principio me daba cosa y andaba corrigiendo a medio mundo, oiga usted compadre, no hay que negar la cruz de nuestra parroquia. Al menos yo, vine de México, y en México se habla español.

Aquí no estoy seguro todavía que se habla, pero no es igual compadre, ya usted se ha de haber dado cuenta.

En fin, ahí donde nos paramos, es como un lugarcito donde la migra no nos molesta. Un montón de compas estamos esperando a que se pare una troca con algún gringo que nos dé trabajo.

Hay veces en las que tenemos que regresar a la casa sin un centavo, y ya podrá usted imaginarse cómo va a reaccionar la media naranja. Ya le dije hace un ratito.

Hay veces, compadre, en las que sí logramos conseguir trabajo, pero una de dos, o no nos pagan al final del día, o nos cobran por trabajar.

¿Sí me entiende? Es algo muy raro, nos contratan para trabajar y luego nos dicen que tenemos que pagar nuestro propio seguro, que porque las regulaciones del departamento laboral de los Estados Unidos requiere que cada trabajador tenga seguro aunque no seamos legales dentro del estado. Asunto que, al menos a mí, me suena como ese dicho que dice: el dinero Dios lo da, y los indios lo trabajan.

Y además, de vez en cuando manda a la migra para que nos correteen. Piensan que eso nos va a dar miedo. ¡Ah compadre! A mí ya me ha echado para México más de cuatro veces y mire usted dónde estoy. Loúnico que consiguen es meternos una corretisa que mejor ya no le cuento.

Gracias a Dios todavía estoy en forma, la última vez no me agarraron.

Además, compadre, hay veces en las que el oficial que me está siguiendo es un gordo con panza de cervecero igualita a la suya, bueno, dicho con el debido respeto. Luego, compadre, no puede uno trabajar por varios días, ya sabe cómo trabaja el asunto por aquí.

Después de un rato, ya estamos de regreso.

Es curioso, un policía está parado precisamente en la esquina y todos nosotros, indocumentados, enfrente de sus narices, y eso lo sabe medio mundo: estamos en espera de trabajo.

¡Nos necesitan compadre, yo no sé por qué se hacen pendejos!

Válgame San Juan Bautista y San Judas Macabeo, no sé qué tengo en la vista que puros cabrones veo.

Dicho con el debido respeto compadre, sin al ánimo de ofender. En
fin, ahí nos vemos mañana compadre.

Hoy no hubo chamba. A ver con qué me sale la mujer al rato. Lo bueno es que todavía me quedó un dinerito que gané ayer, a lo mejor llevo a la familia a comer a un Burger King. Nunca ha ido compadre, yo sí, es un lugar de mucho lujo y venden unas hamburguesas que pa que le cuento.

¡Ay Diosito, todo se acaba, Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita, Dios da y quita, con su sabiduría infinita, palo dado, ni Dios lo quita! Ayúdame virgencita, que mañana Dios venga a la cita. ¡Me lleva la chiquita!

Contacte a David A. Muñoz:
dmunoz7@cox.net

Este texto forma parte del libro México de mis recuerdos del propio autor.

Para adquirir esta obra llame:
En Phoenix, Arizona: 602-264-5011.
En Hermosillo, México: 662-285-1080.
En Internet: www.orbispress.com


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  2. Sep 27, 2010: CULTURAdoor » » Culturadoor 49
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