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CUENTO

Por Justo S. Alarcón

Qué cosas pasan en la vida, compadre… ¡Qué cosas pasan en la vida!

—¿Verdad que sí, compadre?
—Pos sí.
—Pos cuénteme usté, pues, compadre.
—Pos ansina de igualito siguen siempre las cosas…

Se me ocurrió, hace algún tiempo, bastante tiempo, quizás en un sueño, no sé, que si yo fuera alcalde de Nogales…. Qué alcalde ni qué…. No, tendría que ser gobernador del Estado de Sonora, o mejor todavía Presidente de la República Mexicana… Bueno, no sé, porque quizás no me hicieran caso, o quizás tampoco yo me hiciera caso a mí mismo, que bien pudiera ser. Quién sabe. Pero sí, eso sí tengo que decirlo: tuve un sueño pesado. ¿O fue una pesadilla?… Quizás una ilusión, quizás, quizás…

Al punto. Si yo, Juan Sinmiedo, fuera alcalde de Rocky Point (excuse me, Puerto Peñasco) pondría un letrero bien grande, así de grandote, con colores y todo, a la mera entrada de la ciudad, diciendo: “Aquí, my friends, se habla Spanish Only”. Yo vería una procesión, una peregrinación, un desfile, una marcha, una invasión de “güeros norteños” a la entrada del pueblo (perdón, City) peñasquense pidiendo y exigiendo y demandando y lloriqueando y pataleando y… fregando, pues, y diciendo: esto es una violación de los derechos humanos, de la civilización de los pueblos desarro-llados y de la Constitution de USA, yes, de la Constitución de México (todo esto lo diría en Spanish Only, como sería de esperarse y… “natural”). Y yo, alcalde presidente puertopeñasquense, les repetiría: pos aquí se habla Spanish Only, se ha dicho, Spanish Only, dije, digo y diré, y ya. Yo soy la autoridad, el presidente, el mero mero petatero, y ya… ¿Verdad que sí, camaradas puertopeñasquenses? ¡Sííí! Repitieron todos en acorde. Y ¡que viva México y Puerto Peñasco, jijos ‘e tal por cual…!, gritaron todos, toditos, todos, a un mismo tiempo, y al unísono.

El Señor Alcalde, Juan Sinmiedo, se quedó muy satisfecho y conmovido de su discurso y de la respuesta y vítores que arrancó de sus ciudadanos y camaradas, los puertopeñasquenses. Pero, al rato, después de haberse atusado el tupido bigote panchovillesco, y de haberse marcialmente paseado por el provisional entablado o entarimado que había puesto de antemano en el malecón del puerto pesquero, de pronto se paró y fijó sus ojos en un ciudadano solitario que estaba allá lejos, a la cola, de mirón, pues. No, de mirón, no. No podía ser porque estaba muy atento al speech del alcalde y con la mano derecha se estaba tentando la bolsa, que parecía un sonajero de vívora de cascabel.

Juan Sinmiedo, el benemérito y patriótico priísta, alcalde de Puerto Peñasco, se dirigió a él, a Pedro “El Pesquero” Pesqueira y, en una voz muy clara, sencillamente le clavó:

—Oye, tú, Pedro, sí, Pedro, a quien todos te conocemos con el sobrenombre de “El Pescador”, ¿por qué estás allá tan lejos, tan callado y con una chancla contra la pared y las manos en las bolsas sonando esos fierros? ¿O es que no estás de acuerdo con las voces democráticas y orgullosas de nuestro pueblo, digo, Ciudad norteña y pescadora, bien conocida por nuestros productos marisqueros de exportación internacional?

—Pos, yo, señor alcalde —dijo Pedro “El Pesquero” Pesqueira— con mucho respeto y todo eso, pos yo, como que no sé cómo decírselo, pero yo, pos nomás no.

—Y, ¿por qué tú nomás no, si es que se puede saber? Habla claramente, pues estamos en una moderna democracia en donde todos tenemos nuestros derechos naturales e inalienables, concedidos por nuestro Supremo Gobierno.

—Pos porque, afigúrese usté, señor alcalde, afigúrese usté solamente que si estos “güeros norteños” tienen que hablar Spanish Only, pos imagínese usté nomás, como que mis camarones se pudrirían en los barcos, en las hieleras y en mis pobres puestos. Es todo…

—¿Que qué?

—Pos eso, lo que le dije.

—Pero… ¿cómo que se pudriría en los barcos, en las hieleras y en tus puestos? ¿Es que acaso no exportamos al extranjero cajas y cajas de camarones, y los turistas andan como moscas sobre rica tajada regateando para comprarte los tuyos que vendes en tus puestos a como dé lugar? ¿O es que te crees que todos aquí no lo sabemos? A ver, explícate, camarada, explícate y… ¡acércate más a la muchedumbre, no tengas miedo, que no te vamos a comer!

—Pos como le iba diciendo desde endenantes… ¿quién los va a poder vender y quién los va a querer comer podridos, me pregunto yo?

—¿Que qué?

—Como lo oye usté, señor alcalde, los güeros hablan English Only, y mis camarones, aunque así muertitos como están, también hablan Englih Only, y si tenemos que hablar Spanish Only, pos como que no nos entenderíamos, ¿comprende usté ahora, señor alcalde?

—Pos que los compren nuestros restaurantes mexicanos de mexicanos pa’ mexicanos, que pa’ eso somos mexicanos democráticos y priístas y todo ese rejuego, ¿que no?

—Pos sí, pero es que los mexicanos no los comprarían ni los comerían, por las razones que usté ya sabe de sobra.

—¿Qué dices tú, Pedro “Pesquero”?

¿Es que acaso tus camarones no hablan español también, pues?

—No, señor alcalde, mis camarones hablan English Only, inglés nomás, y eso a duras penas, pos porque ya están muertitos. Y ahí merito está el detalle, señor alcalde, meramente ahí está el detalle.

En esto noté que aquellos que habían vitoreado y dicho “¡Sííí!” momentos antes, desfilaron cabizbajos y con las manos en las bolsas, dirigiéndose a sus casas para comer gorditas de maíz, dizque muy sabrosas. El señor alcalde despertó de la pesadilla y se “fue a dar una vuelta” dizque por las calles empolvadas de su querido pueblo (excuse me, City).

* * *

En Puerto Peñasco todo seguía igual. En los restaurantes, los turistas comían Shrimp cocktails, en las tiendas se vendían Curios, en unas puertas se anunciaba Come in, we are open!, en otras se ponía en los cristales American Express accepted here. En los hoteles se leía Check out time, 12:00 noon. En las playas se ponían grandes y coloridos, aunque demacrados, “posters”, como Sandy Beach o No trespassing, o Beware of dogs o No peddlers. Todo seguía igual. Normal, pues.

* * *

—Qué cosas pasan en la vida, compadre…

¡Qué cosas pasan en la vida!

—¿Verdad que sí, compadre?
—Pos sí.
—Pos cuénteme usté, compadre.

—Pos ansina de igualito siguen siempre las cosas…

Contacte a Justo S. Alarcón: justo@asu.edu


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  2. Oct 5, 2010: CULTURAdoor » » Culturadoor 52
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